La conciliación de la vida familiar y laboral es fundamental en el contexto actual, con una crisis sanitaria impactando en la vida privada y profesional de las personas. Cada vez es más necesario que los equipos de las empresas logren un equilibrio que les permita optimizar el rendimiento y disfrutar del tiempo ocioso sin culpas, reconociendo los beneficios que esta desconexión ofrece al desempeño en las tareas diarias.
por Jessica Mendoza, Management de Equipos en Xtendo Group
De un tiempo a esta parte, las modalidades de trabajo de los equipos han variado radicalmente. Antes, las empresas contaban con personal mayormente contratado, con todo lo que eso implicaba: cumplir con una jornada laboral de una cantidad determinada de horas, responder a rutinas dentro de un ambiente controlado y dejar, por fuera de esa jornada, todo momento de dispersión o disfrute personal.
Aunque hubiesen momentos de descanso activo e interacción social dentro del mismo, existía una diferenciación física entre los espacios profesionales y personales, dado que para este último las actividades tendían a desarrollarse en un lugar distinto al de su trabajo.
Con la modalidad home office, el espacio físico comenzó a ser el mismo, tanto para cumplir con las tareas profesionales como para disfrutar momentos personales. Adicionalmente, al no llevar un control del tiempo de entrada y salida de la jornada laboral, se hace difícil marcar límites y poner un alto.
Asimismo, quienes trabajan de forma remota, suelen verlo como una oportunidad para adelantar todo el trabajo posible. Incluso si esto implica quedarse despierto hasta altas horas de la noche, alterando no sólo el balance entre trabajo y vida personal, sino también interfiriendo con el ritmo circadiano y las rutinas de higiene y buen descanso.
Otra consecuencia del trabajo remoto es que se pierde el contacto directo con los compañeros de trabajo. Contar con personas con las que se puede intercambiar ideas y encontrar soluciones conjuntas es una experiencia que en la virtualidad no puede replicarse de igual manera, ya que las videollamadas -herramienta utilizada para este fin, si bien permiten comunicar ciertos aspectos, dejan de lado el tan relevante lenguaje corporal.
Es posible añadir contexto prestando atención a cambios en la voz y expresiones faciales, pero, sin dudas, el estar en ambientes y circunstancias completamente distintas, puede dificultar el hecho de comprender la totalidad -o en profundidad- la situación de los demás colegas y brindar el soporte o ayuda correspondientes. Sin mencionar que, para muchas personas, esta práctica supone una carga o estrés emocional adicional, incluso considerándolo una invasión a la privacidad.
Es por esa razón que las empresas deben tener muy presente el bienestar de sus empleados y evaluar cuál será la metodología por la cual se comunicarán de manera efectiva para lograr los objetivos que se proponen.
¿Cómo incorporar un work-life balance adecuado?
La responsabilidad por mantener el equilibrio es de ambas partes. Por un lado, el empleado debe ser consciente de las tareas y expectativas que la empresa tiene para poder organizar su agenda en consecuencia, estimando los tiempos que conlleva cumplir con lo esperado y asignando espacios proporcionales al trabajo y a su vida social.
Por su parte, el colaborador es quien debería ser capaz de evitar la sobrecarga de actividades, sean reuniones o actividades puntuales, y poner sanos límites. Sin embargo, es la empresa la que debe desarrollar actividades que permitan desempeñarse efectivamente en el marco profesional y despejarse en partes armónicas.
Queda en manos de las organizaciones el esfuerzo por facilitar el pasaje entre el tiempo de trabajo y el de ocio, dentro de los límites saludables, pensando programas y actividades para tal fin.
Sea por exceso de labores o por falta de indicaciones concretas, está comprobado que un desbalance desencadena en pérdida de motivación y productividad. Para prevenir y revertir esta situación, algunas empresas han adoptado un esquema de bienestar laboral.
Si bien hoy en día son una minoría -porque requiere esfuerzo y recursos necesarios para su implementación- se espera que este número vaya en aumento, acompañando la toma de consciencia y reconocimiento la importancia y beneficios que podrían obtener con tan sólo tener en cuenta las necesidades y exigencias de sus colaboradores.
El cambio que llegó para quedarse
Una empresa que entienda y trabaje sobre las necesidades de un empleado crea, dentro de la organización, un buen clima laboral. Además genera un impacto emocional y de pertenencia en los colaboradores, mientras que una compañía que no crea estrategias para ofrecer bienestar a sus empleados probablemente tendrá personal que estará por necesidad y no por amor a lo que hace, desencadenando en una alta rotación de personal, trabajo no calificado, desmotivación y bajas tasas de productividad
La mayoría de las empresas no estaban preparadas para migrar a sus equipos a la modalidad remota , por lo que dichos programas de contención, retención y fidelización -los cuales pueden ser beneficiosos tanto para la salud como para el rendimiento, la motivación y la identificación con la empresa, al igual que para aumentar el sentimiento de reconocimiento por parte de la compañía- se convirtieron en un elemento clave para incorporar, independientemente del presupuesto disponible.
En la actualidad, el bienestar de las personas tiene un significado diferente del que tenía hace dos décadas atrás, inclusive menos. La pandemia despertó en las personas su necesidad de compartir en familia, valorar más los momentos de dispersión y obtener disfrute de otras fuentes diferentes a las cuáles acostumbraba, incluso priorizan las experiencias, antes que los reconocimientos monetarios.
Este cambio es un aspecto que las empresas no pueden ignorar si desean contribuir al work-life balance de sus colaboradores y consecuentemente, disfrutar los beneficios anteriormente mencionados.
Si bien comienza a vislumbrase una luz al final del túnel con respecto a la pandemia y sus efectos, por ejemplo, el retorno a las oficinas y modalidades mixtas, en algunos lugares más que en otros, sin duda es un hecho histórico que marcó un antes y un después.
Tres pilares para alcanzar el balance anhelado
Las necesidades tanto de las empresas como de las personas han cambiado y seguirán haciéndolo, para poder adaptarse exitosamente, sabiendo que el tiempo es un recurso limitado, es imprescindible encontrar el punto justo entre las horas dedicadas a la satisfacción de necesidades personales y las tareas profesionales.
Mientras el mundo entero avanza a ritmos diferentes hacia la denominada “nueva normalidad”, existen tres pilares que todos los actores involucrados deberían considerar para alcanzar el anhelado balance entre lo personal y lo laboral, sin dejar de lado ningún aspecto:
- Establecer sanos límites.
- Dedicar tiempo de calidad a la vida personal.
- Recordar que la productividad no es igual al tiempo invertido en una tarea.
La clave, además de los tres pilares mencionados, está en pensar a mediano y largo plazo, ya que este deseado equilibrio es un estado dinámico, una percepción generada a lo largo de múltiples jornadas, razón por la cual las estrategias implementadas por empresas y colaboradores, ante todo, deben ser sostenibles en el tiempo.
El mensaje es claro, la vida laboral no volverá a ser la misma e insistir con metodologías del paradigma anterior, las cuales quedaron completamente obsoletas y desactualizadas para el contexto actual, no le representará un bien a ninguna de las partes. Depende de cada organización y colaborador abrir los ojos y accionar en consecuencia, o mirar hacia un costado y contribuir a su propio deterioro.